La llamaron
Así
Y con razón
Se pasaba la vida
De cama en rima
De rima en cama
Terminaron
Diciéndole
la
Becquerendona
La llamaron
Así
Y con razón
Se pasaba la vida
De cama en rima
De rima en cama
Terminaron
Diciéndole
la
Becquerendona
por las avenidas alamedas de Reforma
entre causarinas y tronadas sendas
los coros sensuales de Dioniso lo acompañan
ocultando la deshonra de ser hombres
tras máscaras de héroes
putrefactos
esquivan ciclistas noctámbulos que corren
esparciendo en cada semáforo
la pútida embriaguez
sin voltear a ver el falo forjado
en el rayo semental
y obsceno
tirso antes extáticamente reconocido
sólo la diana y el ángel
honran y veneran tus ritos de danza
y de ese movimiento
transtornado
de los labios
nadie la vive
pero la noche de la tragedia es el íntimo momento
en que el dios y sus fanáticos
deberían jugar
desflorados
en vano los coros cantaron
vacías las máscaras trágicas
se desgarraron en gritos
y perforaron frenéticamente
sus ojos
vacíos
esta vez las abandonadas gradas gimieron
porque ahora todos persiguen
a la diosa felicidad
a la mujer subterránea
esta hembra citadina que hiede
más que el mismo Dioniso
a la asfixiada saliva de la vid
resucitada
mientras el séquito de los muslos pálidos
lo pasa de largo en hipsterianas vías
el dios-néctar
no oculta su ferocidad en los bares
y en las plutónicas callejuelas
de la divina hasta hartar
zona rosa
nadie lo vió soplando la vida de boca en boca
ni penetrando y sanando heridas
porque para los enfermos
él no es más que otra de las pasajeras locas
tejedoras de mantos
mientras
la enfermiza mujer tántrica
que promete el defeño goce
se llevó a todos a su templo-lecho
de húmedo enigmático misterio
promesa de un paraíso
sensualmente adoctrinado
¡somos seres de un mínimo momento!
usado hasta el cansancio
salí del loft de la de los muslos verborréicos Seguir leyendo “Camellón”
aquí tienen al triste más triste
el que hasta la angustia no ha encontrado rival
corto de piernas y de pláticas
pobre de sombras y bruces
pasa por musgo en el asfalto