deja que las horas pasen sin sentirlas
vuelve a remarcar tus lastimosos pasos
sin entregarte a los plazos forzosos
todos los días son arena
todos ellos son de muerte
podríamos haber deambulado en atentados
sobrevivido a guerras enteras
y en esos momentos de peligro inminente
hubiéramos resistido riendo entre escombros
todos ellos son de muerte
no te concentres en el tiempo
en putíferos granos de campos refugiados
en arrogantes segundos náufragos
o en instantes vanamente gloriosos
todos ellos son de muerte
no nos permitamos salvar el presente
vaciando voces rencorosas
porque decir lo que se siente
antes de que llegue
es siempre de muerte
no hay apuro
lo que importa es hacer valer esto
fabricar instantes como enfermos maduros
como locos acorazadamente rabiosos
todos somos de muerte
si vinieras conmigo verías
que en el camino de proa a popa
bailando sobre el mar y la tormenta
apenas y se sienten las horas
todas ellas son de muerte
ahí me contarías otra vez tu vida
antes de irte
porque nadie la sabe como tú
y nadie jamás te ha escuchado como yo
toda ella fue de muerte
veríamos nuestras irrevocables sombras
grabadas sobre la arena de un atlas
y escribiría el anticuario maniático:
“Los bravos del odio
del azar y de la nada”
“Ellos dos son de muerte”
tempus fugit y desperdiciado
ahora te veré ir arrastrado
y yo me soñaré diciéndote cosas
desde el letargo de un niño ilusionado
que también espera su muerte